miércoles, 15 de enero de 2014

Telemann en París

El Conservatorio Profesional "Cristóbal de Morales se complace en anunciar el concierto de Cuartetos Parisinos de G.Ph.Telemann, mañana jueves, a las 20:30 en el Auditorio "Falla", C/Jesús del Gran Poder 49, Sevilla








Telemann en París

En septiembre de 1737 Georg Philipp Telemann viaja a París. En el largo viaje en carruaje Telemann recuerda sus años mozos. Había nacido en la ciudad de Magdeburg y aprendió las materias básicas en la escuela primaria: leer, escribir, el catecismo y algo de latín. Simpático, avispado e inquieto, aprendió también a tocar la tocar la flauta de pico, el violín y la cítara de manera autodidacta, instrumentos con los que entretenía a los amigos antes de conocer la escritura de las notas en el papel. A la edad de 10 años recibió lecciones de música en el Gymnasium, y en pocas semanas comenzó a componer su propia música, a escondidas. A los 12 compuso la primera opera, Sigismundus, cantando él mismo el papel principal de héroe en el estreno y representaciones siguientes.

A pesar del extraordinario talento musical que revelaba desde muy temprana edad, su madre, temerosa de que su hijo se convirtiera en un saltimbanqui de circo itinerante, llegó a esconder los instrumentos y prohibir la práctica musical en su casa, obligándole a estudiar leyes. Telemann recuerda su viaje a Leipzig para ingresar en la Universidad y la parada que hizo de camino en la ciudad de Halle, donde conoció a su amigo Georg Friedrich Händel. Una vez que llega a su destino, la providencia pone en su  senda a un joven compañero de piso aficionado a la música y con una enorme colección de instrumentos, que descubre maravillado sus composiciones de la niñez. No tardó en recibir el primer encargo para escribir la música de una misa, y como vió que con ello ganaba dinero, su madre le concedió el permiso para ser músico que durante tantos años le había negado. Y pronto crecieron los encargos y fue nombrado compositor y director en los más importantes puestos del norte de Alemania (Leipzig, Sorau, Eisenach y finalmente Hamburgo). Ahora, sin embargo, rememora con nostalgia los tiempos del Collegium Musicum de Leipzig, una sociedad de jóvenes músicos, en su mayoría universitarios, que se reunía en la taberna Niederbaumhaus (La casa bajo el árbol) interpretando cada semana las últimas obras de los compositores en voga. 

En 1730 había compuesto una serie de 6 Quadri para traverso, violín, viola da gamba o violoncello y continuo en forma de 2 conciertos, 2 sonatas y 2 suites. Nadie antes había escrito para esa formación y había tenido tal éxito en París que la lista de suscriptores franceses a su periódico Musique de table se había quintuplicado desde entonces. Fruto de esta popularidad más de siete publicaciones pirata habían aparecido sobre los Quadri, y debía adquirir el privilegio real de Luis XV durante su estancia si esperaba recibir el beneficio que daban en Francia sus publicaciones. Era una buena ocasión, en cualquier caso, para visitar a los amigos que tantas veces le habían invitado a la capital francesa durante años.
Ya en París, Telemann se encuentra en la Salle des Cent Suisses del Palacio de las Tullerías. Son las 6 en punto de la tarde de un día de marzo en 1738 y espera tras el escenario. Junto a él se encuentran los músicos que esa tarde protagonizarán el concierto del Concert Spirituel: Michel Blavet (traverso), Jean-Pierre Guignon (violín), Jean-Baptiste Forqueray (viola da gamba) y Edouard (violoncello). Él mismo los acompañará al clave. A su llegada a París 6 meses atrás escuchó una interpretación tan sublime de sus Quadri que decidió escribir una segunda serie para la misma formación y que más tarde sería publicada bajo el nombre de Nouveaux quatuors en six suites.

Comienza el concierto con el Premier Quatour en Re Mayor y el más aclamado flautista del momento en Francia, su querido amigo Monsieur Blavet, famoso por su delicado sonido y precisa afinación, despliega los arpegios del Prélude a modo de fantasía. Es un cuarteto jocoso, lleno de humor y sorpresas que se intercalan con movimientos solemnes y casi religiosos en Re menor, según mandan las leyes de la retórica. Le sigue el Deuxième Quatour en La menor, que más tarde inspiraría a M. Blavet algunos de los motivos de su Concierto para flauta y orquesta en la misma tonalidad, publicado en 1745. Casi al final de este nostágico cuarteto Monsieur Forqueray honra a su estirpe con la más hermosa de las interpretaciones en un Coulement que parece encerrar la esencia de los cuatro elementos o el secreto de la vida misma. Para terminar, el Sixième Quatour en Mi menor dedicado a Monsieur Guignon, el virtuoso violinista italiano nacionalizado francés tras quince años de residencia en París. Escribe para él este cuarteto a modo de suite orquestal en el llamado vermischter Geschmack (o nuevo gusto alemán) que combina el estilo francés y el italiano, ahora que, afortunadamente, la guerra entre los gustos del nacionalismo queda ya lejos. 

Finaliza el concierto y Telemann recibe con satisfacción la larga ovación del público. Mira al frente y encuentra en las primeras filas de la sala a su editor en París, Monsieur Le Clerc, y a su lado al sastre de la boutique de Saint-Germain, y un poco más allá están Voltaire y el Conde de Clermont... años atrás, antes de la apertura del Concert Spirituel en 1725, esa mezcla de clases hubiera sido impensable en aquella ciudad, piensa. 

Texto: Ana López Suero